Por Miguel Rodríguez.
Como si fuera el último eslabón de la cadena alimenticia en la jungla surrealista de la ciudad mal diseñada; el peatón sufre de rechazo, ataques de autos depredadores, de monstruos en forma de autobuses de transporte urbano, y uno que otro ciclista sin sentido de ubicación.
Si eres peatón además tienes que lidiar con los embates del ambiente construido, sol descomunal, falta de vegetación, escasos espacios públicos y deprimentes paradas de autobús. Pocas sonrisas se pueden distinguir entre las caras de aburrimiento, nefasteo, acaloramiento y exclusión que invade a este común (ya que podríamos decir que el 64% de la población que usa transporte público en Querétaro y más, es peatón)[1] pero solitario espécimen.