Por Alicia Sánchez.
De acuerdo al banco mundial, la población del planeta es de 7.2 mil millones de habitantes, de los cuales el 53% vive en zonas urbanas. Este número crece año tras año, y se tiene registrado que del 2004 a la fecha se ha incrementado en un 5%. Así mismo, desde el 2006 se ha tenido que producir un 18% más de alimento, lo cual a su vez incrementó en un 23% el uso de fertilizantes a base de nitrógeno, fosfato y potasio.
Debido al esquema económico que presenta el mercado global, esta cifra seguirá creciendo; cada vez más personas vivirán en zonas urbanas y el inevitable destino de nuestros recursos de consumo es la producción en masa, pero ¿es realmente esta producción en masa la respuesta a nuestras necesidades alimenticias? La lógica inmediata nos dirá que sí, pero ¿qué sucede cuando nuestros recursos alimenticios se vuelven un objeto más que se produce lo más rápido, grande y brillante que se puede? ¿Realmente nos está nutriendo? o más importante aún, ¿nos está nutriendo a costa de qué efectos secundarios?
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