Por Montserrat Mendoza.
Existen varios motivos por los que peatones y ciclistas hacen del ámbito público, un espacio más habitable para vivir la ciudad. Todo parte de la premisa de que para hacer ciudad, hay que hacer ciudadanía, y esta se forma en el espacio público.
Las calles representan el espacio público más extenso e importante de una ciudad, por lo que no deben verse como un medio cuyo único fin es el traslado de personas y bienes, sino como el espacio público que son, debiendo ser creadas por y para la vida en sociedad.
Los traslados activos, es decir, traslados que no son realizados con la ayuda de un motor, como lo son los traslados a pie y en bicicleta, además de ser más saludables, ayudan a mejorar la calidad del ambiente, reducir los accidentes viales, y ser más equitativos por su bajo o nulo costo, impulsan una dinámica urbana que es social y económicamente sana; caminar, va mucho más allá del simple hecho de trasladarse, representa un “acto de apropiación del espacio urbano para la vida diaria” (Pacheco, 2015).
Los factores que participan en ello se encuentran íntimamente relacionados, de forma que podríamos decir que a manera de acción-reacción conforman un círculo virtuoso para la ciudad.
Más personas en la calle, generan más percepción de seguridad.
Existe una teoría que fue introducida en 1976 por la urbanista estadounidense Jane Jacobs, quien al estudiar diversas ciudades en el mundo, llegó a la conclusión que los “ojos en la calle” son la clave para una ciudad más dinámica y segura, y esto se logra atrayendo a las personas a las calles.
Cuando en una calle confluyen todo tipo de personas, éstas conviven, se comunican, y lo más importante, interactúan con el contexto que las rodea. A diferencia de aquellos que van en automóvil, las personas que caminan o utilizan la bicicleta van más atentas y son visualmente partícipes de todo aquello que sucede a su alrededor. Cuando la calle se percibe segura, a su vez, se atraen más personas.
Ciudades como Santiago de Chile, Buenos Aires y Barcelona, han logrado reducir sus índices delictivos en un 40%, a través de programas de peatonalización y promoción del uso de la bicicleta en zonas rojas en el centro de las ciudades.
Más personas en la calle, activan la economía.
(Texto recomendado: “Los beneficios económicos de hacer las calles más amigables para peatones y ciclistas”. Bicitekas 2015).
Esto es simple, el flujo de personas en una calle estimula corredores de actividad, en los que principalmente, emergen comercios y servicios de carácter local. Las calles con una buena concentración de actividad económica, por consiguiente, son más atractivas para los visitantes, lo que las vuelve cotizadas por los comerciantes. Por la ley de demanda y oferta, se generan plusvalías para los propietarios traducidas en un aumento en el valor de los inmuebles, y en la posibilidad de incrementar las rentas.
Ejemplo de ello es la peatonalización de la calle Madero en la Ciudad de México, que si bien al principio fue mal vista por los comerciantes quiénes creían que al impedir el paso de los automóviles dejarían de llegar clientes, se vieron sorprendidos por los resultados. Hoy, “la calle Madero es la segunda calle de retail más importante de América Latina, sólo detrás de la Rua Oscar Freire en Sao Paulo, Brasil” (Bicitekas, 2015, p. 21).
Tras la intervención, se lograron ocupar el 85% de los inmuebles que habían estado desocupados por mucho tiempo, logrando una ocupación total del 77% con comercios, servicios, oficinas, y vivienda. Los visitantes se incrementaron en un 250%, y con ello las rentas, que sorprendentemente, experimentaron aumentos de hasta el 150%.
Más personas en la calle, crean espacios más atractivos.
Las personas y la actividad, atraen a su vez la inversión en estas calles, mejorando la imagen urbana y propiciando que estas actividades y la calle se fusionen.
Podríamos empezar repensando la ciudad más para las personas y menos para el auto. En un estudio realizado por The City Fix Brasil, se reconocieron los resultados que se han logrado en las ciudades de Ámsterdam, Copenhague, Helsinki, Zurich y Hamburgo, cuyas políticas públicas se han dirigido en los últimos años hacia un futuro con calles llenas de personas y menos autos: colonias densas y de uso mixto bien conectadas a través de rutas accesibles.
Si bien una infraestructura más amplia, cómoda y segura para peatones y ciclistas, por sí misma sólo representa un cambio de forma, y no de fondo, ayudaría a incentivar que las personas salgan más a la calle y menos a los centros comerciales, donde se ofrece una imagen alterada de “calle”; asimismo, en conjunto, sería necesario para potenciar estos traslados activos, que los lugares de trabajo, educación, ocio, deporte, comercio, etc., estuvieran a una distancia escalada a los viajes a pie y en bicicleta..
Por sí solas, las personas se encargarían, consecuentemente, de generar un cambio positivo en la dinámica urbana de la ciudad.
Arquitecta por el ITESM Campus Querétaro y Maestra en Urbanismo por la misma Universidad. Ha colaborado desde el 2010 en la coordinación de proyectos en materia de planeación urbana, control y administración del desarrollo, y movilidad en los Municipios metropolitanos de Corregidora y Querétaro. Actualmente es Directora de Investigación en Unlugar.Jacobs, Jane. “Muerte y Vida de las Grandes Ciudades”. Traducción española de Ángel Abad, Editorial Capitán Swing Libros, España 2011. “Los beneficios económicos de hacer las calles más amigables para peatones y ciclistas”. Bicitekas 2015. Disponible en: http://bicitekas.org/wp/wp-content/uploads/2015/11/BUENO-PARA-EL-NEGOCIO-WEB-2.pdf Consulta: septiembre 2017 Pacheco, Priscilla. “Five Cities Shoe the Future of Walkability”. The City Fix Brasil, 2015 Disponible en: http://thecityfix.com/blog/five-cities-show-future-walkability-active-transport-priscila-pacheco/ Consulta: noviembre 2017