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La jerarquía de los modos

Por Montserrat Mendoza.

 

Contrario a lo que se ha venido realizando en las ciudades al priorizar al automóvil por encima del resto de los modos de transporte, enfocando los recursos a tratar de mejorar el funcionamiento o aumentar la capacidad de la infraestructura, la apuesta de la movilidad sustentable desde hace ya algunas décadas busca priorizar los modos de transporte que promuevan la equidad, el bien público y el cuidado del medio ambiente.

¿Qué es la pirámide de la movilidad sustentable?

La pirámide de la movilidad sustentable es una gráfica que ayuda a representar la jerarquización de los modos de transporte en una ciudad, es decir, qué modos deben llevar la prioridad en cuanto a inversión pública y desarrollo. Dicha jerarquización es el resultado de un análisis respecto al costo-beneficio social, económico y ambiental de cada uno de los modos de transporte.

¿Por qué priorizar a los modos no motorizados?

Partiendo desde el punto de vista de que todos somos peatones en algún momento del día independientemente del modo principal que utilicemos, son éstos quienes deben llevar la prioridad. Caminar no solamente es la forma natural del ser humano para trasladarse, sino que además no contamina, es beneficioso para la salud, y no tiene costos económicos, lo que entre muchas otras razones lo convierte en el modo más equitativo. Cabe mencionar que los peatones promueven interacciones que hacen de las calles espacios públicos socialmente activos.

Las bicicletas son de igual forma un modo de transporte ecológico y saludable; además el costo de las bicicletas, el mantenimiento y la infraestructura necesaria para su funcionamiento, se encuentra muy por debajo de los estándares necesarios para cualquier modo motorizado.

En el caso de los modos motorizados, estos contaminan el ambiente con ruido y gases dañinos para la salud (Texto recomendado: Movilidad, salud y el medio ambiente), y el costo inicial y de mantenimiento tanto de los vehículos como de la infraestructura es muy alto. Asimsimo, las necesidades de infraestructura y equipamiento ocupan una gran cantidad del espacio público en las ciudades, lo que puede llegar a estrangular la disponibilidad de espacios de calidad humana como parques, plazas, áreas verdes, etc. (Texto recomendando: El Espacio del Auto)

En este sentido, el transporte público es más eficiente que los vehículos particulares principalmente por su capacidad de pasajeros, ya que los costos adversos se distribuyen entre un mayor número de personas.

En relación a lo anterior, los patrones de uso de los modos de transporte influyen directamente en los costos adversos que como usuarios generamos. El automóvil, por ejemplo, es comúnmente utilizado subutilizando su capacidad para viajes de 1 o 2 personas, lo que aumenta la huella ecológica y otros costos calculados por usuario; ni los gases contaminantes, ni el espacio público ocupado, ni el costo de la gasolina disminuye por llevar menos pasajeros.

No obstante lo antes mencionado, la distancia de traslado para llegar al destino deseado es un factor de gran importancia que influirá en la elegibilidad del modo de transporte. Las distancias cortas a medias son un alcance adecuado para peatones (hasta 1.6km aprox.) y bicicletas (hasta 8km aprox. es una distancia de trayecto adecuada para una persona común), mientras que distancias mayores es más conveniente abordarlas con la ayuda de un vehículo motorizado [1]

¿Cómo podemos contribuir a una mejor movilidad?

Ninguno de los modos de transporte es en realidad mejor o peor que otro. Lo primero es tomarnos unos minutos para pensar en la opción más eficiente para realizar el traslado deseado considerando la distancia, el tiempo y los medios que proporciona la infraestructura para movernos con seguridad, estaremos tomando decisiones solidarias con el bienestar de todos.

Otras prácticas como la “multimodalidad” y el “auto compartido” son acciones que llevadas a cabo abonan a una actitud responsable para con la ciudad y el medio ambiente.

La multimodalidad se refiere a viajes realizados mediante el uso de dos o más modos de transporte de forma complementaria. El escenario adecuado es que la infraestructura contemple las mecánicas de funcionamiento necesarias para realizar las conexiones entre los distintos modos de transporte; por ejemplo, sería beneficioso si el transporte público tuviera el espacio para poder viajar con tu bicicleta a bordo, o que existieran estaciones de bicicletas compartidas cercanas a las paradas de transporte público.

El auto compartido, por su parte, sugiere el uso del automóvil particular a su máxima capacidad de pasajeros, compartiendo el vehículo con otras personas que viajen desde o hacia la misma zona o puntos cercanos a paradas de transporte público.

 

 

Arquitecta por el ITESM Campus Querétaro y Maestra en Urbanismo por la misma Universidad. Ha colaborado desde el 2010 en la coordinación de proyectos en materia de planeación urbana, control y administración del desarrollo, y movilidad en los Municipios metropolitanos de Corregidora y Querétaro. Actualmente es Directora de Investigación en Unlugar.
[1]El cálculo de la distancia de viaje adecuada para un traslado como peatón y en bicicleta fue calculado con base en un trayecto de 25 minutos, considerando una velocidad promedio de 4km/hr para peatones y de 20km/hr para una persona en bicicleta.
“Manual de Cultura Vial del Municipio de Guadalajara”. Gobierno del Municipio de Guadalajara. Disponible en: https://guadalajara.gob.mx/manual-de-cultura-vial/ Consulta: Septiembre 2017 “Ciclociudades: Manual Integral de movilidad Ciclista para ciudades Mexicanas”. Instituto para Políticas de Transporte y Desarrollo (ITDP), 2010

 

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