Por Rodrigo Pantoja
Las ciudades, cada vez cobran mayor relevancia y en ellas surgen mayores retos. Su importancia radica en la abundante presencia poblacional que viven los entornos urbanos. En las ciudades se concentran mayores niveles de riqueza económica, innovación, educación y oportunidades. Sin embargo, las ciudades contemporáneas han debilitado sus vínculos comunitarios, generando una mayor individualidad e indiferencia hacia lo colectivo. Las urbes se están caracterizando por ser lugares de consumo, donde todo es instantáneo, efímero, electrónico y donde abundan los “no-lugares”. El antropólogo francés Marc Augé lo describió así: “asistimos a la multiplicación de los “no lugares”, que no son espacios de identidad, de relaciones, ni históricos –sin memoria-.[1] Hoy en día, las ciudades son tan extensas, que sus mismos ciudadanos desconocen su entorno y se convierten en citadinos anónimos.
El acelerado crecimiento urbano ha generado desorientación, estratificación de los espacios, auto encarcelamiento doméstico, y segregación social. Prolifera la despersonalización y escasez de espacios públicos para el encuentro y la interacción; generando indiferencia social. Este desequilibrio fomenta una sociedad excluyente que evita lo colectivo. El filósofo italiano Prieto Barcellona, comentó que la ciudad: “se esta convirtiendo en un sistema de puros objetos y estructuras funcionales y, es correlativamente, de individuos aislados que se mueven en todas las direcciones sin otra meta que los flujos del consumo y del espectáculo”[2]. Es por esto que las ciudades se están convirtiendo en entornos superficiales para la individualidad e indiferencia. A su vez, esta pérdida del sentido comunitario y de pertenencia, también genera descuido y deterioro del espacio público.
(Shibuya, Tokio)
El espacio público privilegia el encuentro y el diálogo. El investigador José Miguel Pereira, lo define en su ensayo “Ciudad, comunicación y construcción de lo público” como: “la construcción de lo público no se reduce a lo “estatal”…lo público no se contrapone a lo privado”[3]. Al contrario, el espacio público funge como un catalizador socializador y generador de vida e intercambio. El espacio público, el “espacio de todos”, debe ser un escenario de socialización y transmisión de valores, actitudes y normas para la construcción de la identidad colectiva. Esta construcción de lo público, debe ser un proceso continuo del cual todos son corresponsables: de la libertad y el orden, el encuentro y el debate, y la divergencia e identidad. Por consiguiente, el espacio público debe involucrar y equilibrar las distintas fuerzas de la sociedad, el gobierno y los mercados financieros.
(Espacio público)
Aunado a estos problemas espaciales y sociales, también existe una falta de gobernabilidad; una inestabilidad política y poca efectividad administrativa que genera que el espacio público no tenga apropiación y arraigo. Si no existe el equilibrio para el beneficio de sus diversos actores (sociedad, gobierno, iniciativa privada), las políticas públicas serán débiles y beneficiaran casi exclusivamente intereses económicos. De esta manera, es fundamental, reconsiderar las políticas del Estado para construir alianzas genuinas con los diversos actores y fortalecer los lazos colectivos. La gobernabilidad debe considerar la habitabilidad de sus ciudades y ciudadanos para crear oportunidades efectivas. Asimismo, para propiciar una mejor gobernabilidad –una estable y eficiente-, es fundamental la participación de la ciudadanía, pues ésta favorece el cuidado y preservación del hábitat colectivo. Por consiguiente, los habitantes se convierten en guardianes con ojos críticos, visiones contextuales, juicios éticos y acciones asertivas.
La gran mayoría de ciudades latinoamericanas podrán regenerarse a partir de acciones transparentes, eficientes y con el involucramiento de la ciudadanía. Cuando existe una verdadera participación ciudadana, significa que hay una sociedad organizada y madura, capaz de asumir responsabilidades compartidas. Cuando esto sucede, “el espacio que no es de nadie”, se convierte en “el espacio de todos”. La construcción de “lo público”, ayuda a generar una sociedad más equitativa y participativa con visiones compartidas. Aunque los intereses no siempre son comunes, éstos pueden ser colectivos. En Latinoamérica existe un débil reconocimiento de los derechos políticos y sociales de las personas. Por lo tanto, el sentimiento y compromiso ciudadano esta fracturado.
Según Carlos Mario Yory, “ser ciudadano, significa defender el orden público”[4] y ésta, debería de ser una postura constante. Si existe un compromiso proactivo, éste, fomentará mejores lazos colectivos para trabajar conjuntamente. Con el tiempo, el empoderamiento ciudadano creará ciudadanos éticos, críticos y solidarios. Una ciudadanía fortalecida sabrá dialogar y actuar sin indiferencia considerando aspectos sociales, económicos y espaciales para el beneficio colectivo. Así también, el involucramiento de los ciudadanos en las urbes ayudará en la preservar, fortalecer y apropiarse del entorno construido.
(Workshop Ciudadano / Stanford)
Rodrigo Pantoja (Morelia, 1978) estudió las licenciaturas de Arquitectura, Historia de Arte y Artes Visuales en Drury University en Springfield, Missouri y Volos Grecia. Asimismo estudió un Masteclass en Landscape Urbanism en el Berlage Institute de Rotterdam. Es Maestro Arquitecto Paisajista por la Universidad Iberoamericana Campus León. Ha colaborado en los despachos de Shigeru Ban en Japón y Wiel Arets en Holanda. Ha sido columnista de La Jornada Michoacán, el Periódico Provincia y la Revista Consejero de la Construcción. Sus artículos han sido publicados en el Periodico A.M., El Financiero, Plaza de Armas, Diario de Querétaro, Revista Piso y Obras. Rodrigo ha sido becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y por el Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Michoacán (PECDAM) en dos ocasiones. Fue docente en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Universidad Vasco de Quiroga en Morelia. Actualmente es Director Académico de la Carrera de Arquitectura del Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro. Otros textos de Rodrigo: La Forma Urbana y su Repercusión en la Salud | 05/05/2014 ArchiSpeak: ¿Intelecto o Presunción? | 05/12/2014Fotografías: Rodrigo Pantoja[1] Augé, M. (1993). Los no lugares. Espacios del anonimato. Barcelona: Gedisa [2] Barcellona, P. (1992) Postmodernidad y comunidad. El regreso de la vinculación social. Madrid: Trota. [3] Pereira González, José M. Ciudad, comunicación y construcción de lo público. Espacio Público y formación de Ciudadanía. Bogotá. Ed. Pontifica Universidad Javeriana, 2007. [4] Ciudad, Ciudadanía y espacio publico. Una aproximación a la noción de espacio público en el marco de la emergencia ciudadana que suponen las relaciones entre lo local y lo global. En “Espacio público y formación ciudadana: desafíos y propuestas para la construcción de un proyecto concertado de ciudadanía apto para la ciudad latinoamericana a partir de la apropiación responsable del espacio público.” Bogotá. Ed. Pontifica Universidad Javeriana, 2007.