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Un Monstruo en la Cotidianidad

Por Nancy Silva Grifé.

 

México tiene múltiples enemigos. Algunos marchan de forma estridente y otros pretenden pasar desapercibidos. Uno de ellos se ha arraigado dentro del imaginario colectivo por muchos años. Se ha extendido sigilosamente, adentrando sus raíces en la construcción del lenguaje, las políticas públicas e incluso la ciudad misma. Este monstruo, casi innombrable, se llama clasismo.

El clasismo es un concepto altamente complejo, pero es definido por la RAE como la actitud de defender la discriminación por motivos de pertenencia a otra clase social. Éste es sin duda uno de los más grandes problemas en México e ipso facto, una de las principales causas de desensibilización social. Una de sus características es corroer el sentido de empatía, ya que es difícil identificarse con la situación de una persona si interna/externamente existe una lucha por distinguirse de la misma. Siendo así, ¿cómo podemos rescatar un país sin reconocernos iguales?    

Dentro del espacio urbano, el clasismo es uno de los muchos factores que intervienen en la creciente proliferación de fraccionamientos cerrados, centros comerciales, instituciones exclusivas, infraestructuras del automóvil, e incluso la privatización del espacio público. Pero este concepto también tiene lugar dentro de un espacio mucho más personal e íntimo: el espacio doméstico. La gran mayoría de estudiantes/profesionistas de arquitectura hemos pasado alguna vez por el requisito del diseño del cuarto de servicio. Ese espacio dentro de la casa-habitación típicamente de clase media/alta que es destinado, entre otras cosas, a las trabajadoras domésticas “de quedada”. Es decir, a esas mujeres que se ven obligadas a dejar sus hogares (hijos, pareja, familia) y residir en otros para poder servir mejor las necesidades de la clase social a la que atienden.

Primeramente, es importante entender cuál es la situación del servicio doméstico en México. De acuerdo a datos del INEGI, el sector informal representa el 60 por ciento de la población empleada pero sólo produce el 25 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto) del país. Dentro de este sector, 2.1 millones de personas se encuentran trabajando en el servicio doméstico remunerado (Aristegui 2012, Rodríguez 2014). Pausa. Antes de pensar que se está contribuyendo a la creación de empleos deben considerarse los factores de falta de prestaciones, ingresos laborales no regulados, nulas contribuciones al Estado, reducción de la calidad de vida, aumento de la brecha entre clases sociales, etc.

De acuerdo a Tostón (2001) “el servicio doméstico nos sirve de termómetro para analizar cómo son y qué dinámicas se dan en el interior de las relaciones de desigualdad”. Habiendo dicho eso, cabe señalar que el servicio doméstico es una actividad casi exclusiva de las mujeres, en situación de pobreza y en su mayoría de origen indígena. Éste se ve entonces circunscrito dentro de varias estructuras de poder incluidas las de género, clase y raza.

Pero ¿cómo se dibuja el clasismo dentro del cuarto de servicio? Para empezar a entender cómo estos conceptos afectan nuestra construcción del espacio creo que es interesante cuestionarnos las relaciones intrínsecas entre la creación de ideas/principios de diseño y la manera en la que nos permitimos constituir nuestro lenguaje diariamente con la apropiación de términos como muchacha, chacha, gata o sirvienta y todas las connotaciones negativas que les atribuimos. ¿Cómo cambian estos conceptos la percepción que tenemos sobre los espacios que diseñamos y para quienes los diseñamos?

En un análisis del espacio del cuarto de servicio, Tischer (2009) compara los tamaños desproporcionales entre el resto de las áreas de la casa y el del cuarto de servicio. Y es que si hacemos una rápida comparativa entre el tamaño del baño principal en una casa del Campanario con el tamaño del cuarto de servicio de la misma casa, probablemente uno elegiría vivir en el baño. Asimismo, habla de la estratégica ubicación en la que el cuarto de servicio se diseña para que los residentes “no escuchen y no huelan” a la gente del servicio (Tischer 2009). Son este tipo de descripciones y análisis que muestran sorprendentemente cómo las condiciones del servicio doméstico en México están más cerca de las condiciones del servicio doméstico durante el apartheid en África que de esas de los países desarrollados hoy en día (Ginsburg 2000, Martínez 2011). Pero más allá de las condiciones, tendríamos que estudiar las causas y necesidades por las que el servicio doméstico se ha instaurado como necesidad.

Quisiera formular algunas preguntas a manera de reflexión:

  1. ¿Qué está pasando en nuestras ciudades a nivel económico, político y social para que la primera opción de las mujeres en la migración rural sea el servicio doméstico?
  2. Suponiendo por un segundo que el servicio doméstico no estuviera inscrito dentro de las estructuras de poder de género, clase o raza, ¿cómo y de qué forma existiría dicho servicio? ¿Podrían no ser mujeres las que lo brindaran? ¿Podría no ser gente de escasos recursos o de origen indígena? Si es una fuente de empleo, ¿podrían otros sectores de la población (ej. estudiantes) proveer dicho servicio?
  3. ¿Qué dice de nosotros como sociedad el hecho de que éstas estructuras de poder se encuentren tan intrínsecas en la cultura a tal punto que la inclusión del cuarto de servicio llegue a ser un requisito para el diseño de una casa?
  4. ¿De qué forma, nosotros como individuos, podemos retar los conflictos que conlleva el servicio doméstico de manera sistemática?

Es importante determinar que no estamos destinados a perpetuar las estructuras de poder existentes, por el contrario, nuestra generación y las siguientes, debemos cuestionarlas y enfrentarlas para poder rediseñar nuestra sociedad. Lo que hoy propongo, únicamente como primer acercamiento, es un ejercicio no sólo de conciencia y reflexión, sino de denuncia. No a manera de confesión, sino de análisis que determine de qué manera nuestras actitudes son parte de un monstruo sistemático. Jean-Paul Sartre dijo alguna vez que no es en el aire que el hombre descubre sus contradicciones, sino en el ejercicio de su profesión (Sartre 1967). Es entonces denunciando los detalles que inconscientemente se han infiltrado en nuestra profesión que podemos señalar a ese monstruo silencioso; el clasismo escondido en la cotidianidad.

 


Nancy Silva Grifé es Urbanista, Arquitecta y Fotógrafa. Es egresada del ITESM Qro y de la Maestría de Diseño Urbano y Vivienda de la Universidad McGill, en Montreal. Ha desarrollado su carrera en países como México, Holanda, Panamá y Canadá. Actualmente está basada en Vancouver donde trabaja como diseñadora urbana en un plan maestro que integra los proyectos de diferentes arquitectos incluidos Toyo Ito, Shigeru Ban y Kengo Kuma.
Aristegui, C. (2012). Con nueva medición, el Inegi registra 60% de trabajo informal en el país. Aristegui Noticias. http://aristeguinoticias.com/1112/mexico/con-nueva-medicion-el-inegi-registra-mas-informales/ Ginsburg, R. (2000). "“‘Come in the Dark’: The Place of Domestic Workers’ Rooms in Apartheid-Era Johannesburg." Perspectives in Vernacular Architecture VIII. Martínez, S. (2011). El Padrón de los Sirvientes. Sin Embargo. http://www.sinembargo.mx/25-07-2011/13900. Rodríguez, K. (2014). Informales generan 25% del PIB de México. CNN Expansión. http://www.cnnexpansion.com/economia/2014/07/30/informales-el-60-de-los-mexicanos. Sartre, J.-P. (1967). Émission "Dossiers", Mensuel d'information. Radio Canada. C. Lanzmann and M. Gobeil. https://www.youtube.com/watch?v=Iz76Q6O51bI. Tischer, J. (2009). Maria’s Room: Live-in Domestic Workers’ Spaces and Perspectives in Colombia. "Working Women and the Built Environment" VAF Conference. Butte Montana Tostón, G. J. (2001). "Servicio Doméstico y Desigualdad." Géneros. Asociación Colimense de Universitarias, Universidad de Colima 8(24). Fotografía de portada de Nancy Silva Grifé.

3 comentarios

  • Cesar Porras 17 months ago Reply

    Felicidaeds Nancy!

    Bien por empezar el blog, de inmediato me trajo a la mente una película que paso en el Festival de Cine Latinoamericano en Vancouver en Septiembre. Se llama workers y esta situada en la frontera de Tijuana/San Diego, y describe exactamente ese contraste entre trabajadores de maquiladoras, de servicio doméstico y patrones, pero desde otra perspectiva que se va dando en el norte de México y especialmente en las fronteras donde las clases sociales se van diluyendo o al menos debilitando en sus límites debido a la dinámica fronteriza, al crecimiento acelerado y por supuesto al narco.
    Creo que la película se va a repetir dentro del ciclo mensual del Festival. Te envío el link mas tarde de mi casa, No te la debes perder si no la has visto!!
    Un abrazo,

    César

  • Lily 17 months ago Reply

    Muy bien descrito, lo lei un par de veces. Es interesante como ciertos aspectos negativos son casi invisibles. Son como arboles, sabemos que existen, los vemos … pero realmente no los vemos por lo que son.

  • F h 17 months ago Reply

    Una realidad a la que uno crece con ceguera de no ver la Injusticia que existe en su entorno!
    Es cierto que uno debe vivir con Una conciencia mas abierta, esto tal vez nos ayude a ir canbiando poco a poco la realidad de lo que ” Uno se queja”…
    Palabras Sabias escritas en Este Ensayo!

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