Por Rodrigo Pantoja.
Es un hecho que la dispersión urbana causa congestionamiento vial, contaminación, aislamiento, inequidad social, especulación con respecto al uso y el valor del suelo, entre otros múltiples efectos.
Sin embargo, son pocas las ocasiones donde se menciona la relación de la salud con el entorno construido. En otras palabras, las ciudades mal planeadas y que promueven el urban sprawl, fomentan malos hábitos para la salud de las personas.
Las ciudades -y sobre todo los suburbios- de hoy, no son lugares que fomenten la actividad física. Por el contrario, la dependencia del automóvil cobra mayor fuerza. La mayoría de las urbes en el siglo XIX y XX eran caminables. Estas -en su mayoría-, eran entornos urbanos compactos y de usos mixtos: comercio, vivienda, trabajo y recreación. Sin embargo, estos modelos de ciudad fueron cambiando debido a la poca planeación urbana combinada con la alta densidad poblacional, hacinamiento y poca higiene. Como consecuencia, las urbes del siglo XIX se convirtieron en lugares sucios, contaminados y con pocos parques y lugares de espaciamiento.
Con esta nueva realidad, la industria automotriz se benefició de la situación y promovió la creación de ciudades esparcidas. Así, las zonas habitacionales fueron separadas de la industria con la finalidad de habitar en entornos limpios, individuales, privados y serenos.
Autor desconocido. 1920. Esquina Avenida Michigan y Griswold
La resultante de estas transformaciones urbanas y sociales, generó un tipo de ciudad muy similar a la que experimentamos hoy en día; una (sub)urbanización masiva y aislada, descentralizando los centros históricos y arruinando la “caminabilidad” de las ciudades.
Además de las constantes críticas de este modelo urbano; por su consumo innecesario de territorio, mala calidad del aire, dependencia del automóvil, agotamiento de recursos naturales y contaminación, también ha generado un detrimento en la salud de las personas.
Lee Frielander. Montana 2008
De acuerdo a estudios realizados por investigadores de la salud, en países industrializados como los Estados Unidos y Suecia, la gran mayoría de los adultos no cumplen con los criterios mínimos de actividad física. Varias fuentes determinan que cada persona debe de realizar por lo menos 150 minutos de ejercicio por semana [1].
Efectuar actividades ocupacionales y recreativas -como trabajar, estudiar y entretenimiento- lejos de la vivienda, ocasiona que las personas dependan del automóvil como medio de transporte, causando sedentarismo. Antes, las ciudades a través de su caminabilidad y la gran diversidad de trabajos manuales, promovían la actividad física. Hoy, las personas llegan agotadas por esperar/conducir en el tráfico a sus viviendas para al día siguiente salir temprano y recorrer largas distancias nuevamente a sus trabajos.
Este estilo de vida que no promueve actividades físicas, ocasiona que las personas malversen tiempo y energía metabólica causando desgana.
Según el informe de recomendaciones sobre actividad física publicado por el Departamento de Salud en Washington, el estilo de vida sedentario que predomina hoy en día, pone en riesgo la salud de la mayoría de los adultos. De igual manera, el doctor James F. Sallis y otros investigadores en su texto Role of Built Environments in Physical Activity, Obesity, and Cardiovascular Disease comentan que la automatización y la computación han reducido la actividad física en el trabajo, y las tareas del hogar.
Las principales enfermedades causadas por la inactividad son: diabetes, obesidad, cáncer, osteoporosis y desordenes psicológicos. Las grandes ciudades de hoy, tienen mayores índices de sobrepeso, hipertensión y azúcar en la sangre, que los habitantes de zonas rurales, pues la mayoría de los entornos urbanos no fomentan ni promueven el esfuerzo físico.
Lewis Hine. Power house mechanic working on a steam pump.
De igual manera, antes las personas no tenían que designar tiempo para el ejercicio. Su actividad diaria era tan física, que las personas podían elevar su frecuencia cardiaca, quemar calorías, elevar la temperatura central del cuerpo, sudar -y eliminar de toxinas-; así como aumentar los niveles de oxigenación, producción de endorfinas y otras reacciones bioquímicas en su trabajo y en su traslado.
Hoy en día, las personas tienen que hacer un esfuerzo para planear actividades físicas y obtener estos beneficios. Por esta razón, fomentar la peatonalidad de la ciudad, la provisión de parques, andadores y senderos adyacentes a la vivienda es fundamental. Múltiples estudios han demostrado que la disponibilidad y proximidad de instalaciones recreativas y parques han promovido mayor actividad física en niños, jóvenes y adultos.
Un estudio publicado en el American Journal of Public Health [2] demostró que las personas que tienen acceso a parques públicos cercanos a sus hogares, tienen casi dos veces más probabilidades de cumplir con las recomendaciones del Departamento de Salud para realizar actividades físicas, comparados con aquellos que no tienen instalaciones recreativas próximas a sus viviendas. Los parques públicos son generalmente accesibles a las poblaciones de mayor riesgo de inactividad y están disponibles a un bajo costo. Su rol es estratégico, ya que estos tienen el poder de prevenir enfermedades a través de actividades físicas y recreativas.
Los senderos y corredores verdes también pueden fungir como canales de recreación, actividad física y como vía de transporte activo. Típicamente, estos son más utilizados cuando el paisaje es atractivo, esta iluminado y existen áreas públicas contra aquellos que son sucios y ruidosos. Por lo tanto, tener parques, senderos y corredores a distancias cercanas también aumenta las probabilidades de participar en actividades que promueven la salud. Un estudio realizado por la Revista Oficial de la Academia de Pediatría de Estados Unidos, Pediatrics [3], demostró que existen menos probabilidades de encontrar jóvenes obesos en vecindarios con más instalaciones recreativas.
Así mismo, Lawrence Frank en su libro Health and Community Design [4] menciona el impacto de cómo el entorno construido puede promover la actividad física y la salud, a través de una serie de investigaciones sobre las relaciones entre la forma urbana y la salud pública. Este libro menciona factores que influyen en la actividad física de las ciudades y los modos de transporte.
Los actuales modelos urbanos -y usos de tierra-, deben modificarse para superar la dispersión y el sedentarismo a través de la actividades físicas como caminar y hacer ejercicio. Según Frank, algunos de los beneficios de caminar y utilizar la bicicleta como medio de transporte son: la protección y mejora del medio ambiente, un estilo de vida saludable, la generación de un sentido de comunidad, diversidad económica, transporte conveniente y eficiente, conservación de la energía, y viabilidad económica.
En el año 2004, el Departamento de Transporte en Estados Unidos publicó que entre 1977 y 1995, el número de traslados a pie disminuyó en un 32 porciento. Estas cifras han ido en aumento y demuestra la oportunidad para crear mejores senderos peatonales suscitando una mayor proximidad urbana y hábitos saludables. Cuando los barrios tienen banquetas, las calles están bien iluminadas, y los peatones están protegidos de tráfico, los residentes caminan más y tienen una mayor actividad física [5].
Fernando Botero
Por lo general, las zonas urbanas densas gozan de conectividad; poseen de infraestructura para caminar y el transporte público es accesible. El problema aparece cuando la dispersión urbana fragmenta la ciudad, no hay destinos cercanos, la infraestructura es inexistente, es decir, cuando no hay parques, ni servicios alrededor.
Un entorno “no-caminable”, no promueve la salud, ni el uso mixto, ni la conectividad, ni genera una rentabilidad económica. Las comunidades de bajos ingresos, por lo general, están en desventaja por estar más aisladas. El acceso a parques, instalaciones recreativas, entornos bellos y la protección del tráfico son limitados. En la actualidad existe una concientización para generar cambios en el entorno construido con beneficios para la salud y la equidad de las personas.
La buena noticia es que la disposición, el diseño y la calidad de los parques, senderos y corredores verdes y la ciudad en general, pueden ser influenciados a través de las políticas públicas (en un sistema “top-down”) ó a través del activismo ciudadano (en un sistema “bottom-up”). Para lograr estas modificaciones se requieren transformaciones en las ciudades y en las políticas a implementar.
Estas intervenciones requieren de la colaboración de varias disciplinas a largo plazo como equipos de investigación e iniciativas comunitarias. La integración de una amplia gama de profesionales y sectores de la sociedad ayudarán a generar soluciones holísticas. Para esto, se requiere la participación de arquitectos, urbanistas, paisajistas y geógrafos; como también representantes del transporte, autoridad del espacio público, sociólogos, médicos y el resto de la sociedad.
Rodrigo Pantoja (Morelia, 1978) estudió las licenciaturas de Arquitectura, Historia de Arte y Artes Visuales en Drury University en Springfield, Missouri y Volos Grecia. Asimismo estudió un Masteclass en Landscape Urbanism en el Berlage Institute de Rotterdam. Es Maestro Arquitecto Paisajista por la Universidad Iberoamericana Campus León. Ha colaborado en los despachos de Shigeru Ban en Japón y Wiel Arets en Holanda. Ha sido columnista de La Jornada Michoacán, el Periódico Provincia y la Revista Consejero de la Construcción. Sus artículos han sido publicados en el Periodico A.M., El Financiero, Plaza de Armas, Diario de Querétaro, Revista Piso y Obras. Rodrigo ha sido becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y por el Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Michoacán (PECDAM) en dos ocasiones. Fue docente en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y la Universidad Vasco de Quiroga en Morelia. Actualmente es Director Academico de la Carrera de Arquitectura del Tecnologico de Monterrey Campus Querétaro.[1] Hgstromer Mtroiano RP, Sjostrom M, Berrigan D. Levels and patterns of objectivity assesed phisycal activity: a comparison betwenn Sweden and the united sttes. Am J Epidemio, 2010; 171:1055-1064. [2] Brownson RC, Baker EA, Housemann RA, Brenna LK, Bacak SJ. Environmental and policy determinant of physical activity in the United Stated. Am J pUBLIC health 2001; 91:1995-2003 [3] Gordon-Larsen P, Nelson MC, Page P. Pokin BM. Inequality in the built environment underlies key health disparities in physical activity obesity. Pediatrics. 2006;117:417-424 [4] Frank Lawrence. Health and Community Design: The Impact Of The Built Environment On Physical Activity. Island Press, 2003. [5] Durand CP, Andalib M, Dunton GF. Wolch J, Pentz MA. A systematic review of built environment factors related to physical activity and obesity risk: implications for Smart growth urban planning. Obes Rev. 2011; 12e173-e182 Foto de portada: Paul Strand. Wall Street. 1915
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