Por Diana García.
El tipo de ciudad en que queremos vivir está ligado al tipo de
personas que queremos ser.
David Harvey
El proyecto de construir la ciudad de una forma diferente, o al menos con un discurso diferente, es un reto no fácil de cumplir. Históricamente hemos otorgado esta responsabilidad a unos cuantos, esperando que el proyecto de ciudad cumpla con nuestras ambiciones y sueños. Es así que las urgencias superan la capacidad de nuestras instituciones y la voluntad política para actuar estratégicamente enfocando los recursos hacia donde más se necesitan. Ante este contexto, ¿qué pasaría si una sociedad empoderada es quien recupera el derecho a actuar hacia una ciudad que deseamos?
David Harvey [i] argumenta que el tipo de ciudad que queremos está relacionado con el tipo de personas que queremos ser, el estilo de vida que deseamos así como también expresa nuestros valores estéticos. Por tanto, dichas ambiciones alcanzan su mayor expresión en el espacio urbano y es aquí en donde tenemos mayor responsabilidad de actuar conscientemente sobre éste.
Existe una gran variedad de ejemplos de intervenciones nacionales e internacionales que reflejan dicha preocupación. Proyectos que con pocos recursos y coordinando voluntades, transforman un espacio urbano, que a su vez mediante proyectos participativos logran una apropiación significativa. Estos proyectos no solo responden a una búsqueda responsable y reflexiva sobre como mejorar nuestra ciudad, sino que consiguen demostrar que no se necesitan muchos recursos ni gran capacidad técnica para generar cambios.
Ejemplos locales como las intervenciones de urbanismo táctico en Querétaro, exploran la regeneración de los ambientes de movilidad en la ciudad. Mediante dos ejercicios académicos, se evaluó el estado actual y vocación de los nodos de movilidad en nuestra ciudad. #ParkletsQro y #EPI (Espacio Público Itinerante) [ii], proponen de manera particular, un espacio público amable y seguro en nodos conflictivos, descuidados así como con una accesibilidad limitada. Con un presupuesto limitado, se logró entender y comunicar el potencial de pequeñas acciones estratégicas en la transformación de nuestra ciudad.
La lección de los proyectos así como de los eventos de esta semana [iii] es que el ciudadano es consciente del poder y la responsabilidad que tiene de construir una ciudad incluyente. Es momento de regresar al ciudadano, el espacio que ha sido dominado por lo individual.
Estimados gobernantes, esta es la ciudad que nosotros soñamos, una ciudad de todos. Con un urbanismo inteligente y táctico, capaz de retomar un discurso propositivo que se aleje de la discusión formal (de colores y patrones) y se centre en el proceso que representa un proyecto para nuestra ciudad.
Una ciudad para todos es más amigable, caminable, competitiva, accesible y saludable. Una mayor responsabilidad para las instituciones y aun más para el ciudadano. Una ciudad de todos y no, de nadie.
El derecho a la ciudad va mas alla de la libertad individual de tener acceso a los recursos urbanos: es el derecho de transformarnos cambiando nuestra ciudad.
David Harvey
Ciudades como esta deben imponerse, no sugerise. Hay que construir modelos de este estilo por todo el mundo y reubicar forzosamente a los habitantes de las antiguas ciudades mediante expropiaciones y demoliciones. Porque a la gente por las buenas no se le puede convencer para cambiar.