Por Eva Sosa.
Los asentamientos irregulares y el crecimiento en la periferia de las ciudades, merecen atención inmediata.
Su uso exclusivamente habitacional y aislamiento, condicionan la conducta de sus habitantes hacia un esquema urbano insostenible.
El problema es en gran parte, los lugares tan retirados en los que se construyen: son generalmente terrenos de uso ejidal o incluso reservas ecológicas apartadas, de bajo costo al no tener infraestructura y cuando se logra el cambio de uso de suelo, los bienes anteriores se exigen.
Estos desarrollos son, en su mayoría, de uso meramente habitacional, obligando a sus habitantes a utilizar el automóvil para obtener servicios o empleo en comunidades alejadas y al gobierno, a construir interminables vías rápidas, volviendo impráctico el uso de bicicletas o caminar, aumentando problemas de salud y contaminación ambiental a un alto costo económico.
Pero este mal crecimiento, no termina en su pésima ubicación, también está en cómo se construye: en busca de seguridad, se hacen muros en su periferia que paradójicamente, vuelven peligrosas las calles aledañas. Las casas son monótonas, repetitivas y sin contexto, ocasionando falta de identidad y deteriorando la imagen urbana, además su baja densidad no permite un equipamiento adecuado o de calidad: sus “espacios públicos” están fuera de escala y sin suficiente gente que les de vida.
El movimiento moderno nos trajo consigo una fe ciega en el automóvil (véase Brasilia) y en la producción masiva; los objetos pasaron a ser más importantes que las relaciones entre ellos. En nuestras ciudades, los edificios pasaron a ser más importantes que el espacio público que antes definían. Estas nuevas construcciones aisladas, son síntoma de una sociedad enferma y separada.
Necesitamos reordenar nuestras prioridades. Hay que generar condiciones para que la migración urbana se haga de manera sustentable. De continuar así, no sólo perjudicaremos a los nuevos ciudadanos, también a los que ya habitan la ciudad: al aumentar los viajes y hacerlos más largos, el tráfico se incrementa enormemente así como todos los malestares que éste conlleva.
Para responder a la demanda de vivienda, nuestra mejor opción sería utilizar los solares vacíos dentro de la mancha urbana existente, fomentando una nueva tipología de vivienda, con uso de suelo intensivo y crecimiento vertical, de hasta 4 pisos, así como la mezcla de usos. Un cinturón verde de producción en la periferia también restringiría el crecimiento horizontal.
Otra área de oportunidad es la cultura pública de concursos, la cual traería una mejor calidad arquitectónica y oportunidades para talentos mexicanos. En Europa tienen el Europan, Priva se ejecuta en Perú, en Chile, se convoca internacionalmente en el concurso Elemental al debate y construcción progresiva de viviendas sociales para países emergentes. Lo anterior, mejora no sólo la imagen urbana sino el funcionamiento en general de sus nuevos desarrollos.
Las ciudades compiten entre sí para atraer personas e inversiones. Si son vivibles, sostenibles, con facilidades para negocios, habrá prosperidad. Tomar medidas en arquitectura y urbanismo, no se limita a una mejor apariencia urbana, afecta directamente a la salud y el bienestar de las personas. Para lograr una mejor ciudad, donde el espacio físico cree espacios de encuentro, así como una sensación de comunidad e identidad, son necesarias leyes que regulen mejor este tipo de crecimientos.
Buen artículo, felicidades!