Por Darián Lerma.
El dos de noviembre representa una fecha conmemorativa para nuestro país. El día de muertos es una festividad con gran presencia dentro de nuestra cultura.
En este día las plazas y espacios públicos de la ciudad se convierten en altares llenos de colores brillantes, flores de cempasúchil, y de más iconografía representativa de esta fecha.
La ciudad de Querétaro no es la excepción, y este ambiente se vive en los centros urbanos de mayor importancia en la ciudad. El centro histórico es un claro ejemplo, donde las plazas dan lugar al desarrollo de diferentes actividades culturales y comerciales, atrayendo a toda la población para visitar las distintas atracciones que ofrecen.
Este fenómeno se extiende a otros lugares de importancia dentro de la ciudad, como el Panteón Municipal ubicado en la colonia Cimatario y las colonias de la zona.
Esta zona se conforma de comercios y edificios que comparten el mismo giro, por lo que se ha creado ya un fuerte carácter, que incluso las viviendas de los alrededores comparten también.
En el 2 de noviembre la Calzada del Panteón, que es la calle principal que conecta la carretera Panamericana con Avenida Constituyentes cruzando por toda la colonia Cimatario, se cierra completamente para dar lugar a un tianguis donde la gente que visita el panteón en estas fechas también encuentra comida de todo tipo y flores u otros productos referentes a esta fecha. Este espacio público emergente, (porque sólo existe en esta fecha del año), atrae a muchas personas, incluso a las de zonas alejadas.
Los comercios y servicios que se encuentran permanentemente en este lugar, se ven beneficiados por el tránsito de toda esta gente que transforma las calles en un ambiente totalmente diferente y da vida a esta parte de la ciudad que en otras fechas pasa desapercibido.
Sin duda éste es un espacio público potencial para la ciudad, y definitivamente han ido cambiando poco a poco las actividades y los usos de la zona. El panteón municipal funciona como el polo de atracción principal alrededor del cual se detonan diferentes actividades que dan lugar a este evento.
Las viviendas vecinas han encontrado la forma de verse beneficiadas por este fenómeno, ya que los habitantes transforman sus cocheras en bazares donde la gente puede encontrar artículos de segunda mano, lo cual añade otra actividad atractiva a este espacio público emergente.
Siempre he considerado que este espacio tiene la posibilidad de convertirse en público de manera permanente si se le incorporara programa que le inyectara vida, ya que cuenta con la aceptación y reconocimiento de la gente y con programas complementarios. Existen proyectos en otros países que se asemejan a esta idea, en donde un panteón deja de ser este espacio con un ambiente fúnebre y desolado, abandonado por la ciudad, y se transforma en un espacio público, como parques y otros espacios lúdicos.
Como arquitectos podemos dejar de ver lo obvio y empezar a observar estas características en el espacio urbano que pueden generar propuestas nuevas para la ciudad. No dejemos de voltear hacia estos lugares que llaman nuestra atención y tomemos acción para transformarlos en hitos o en espacios públicos que no solo surjan en ciertas fechas, sino que sean permanentes.