Por Patricia Ríos.
Nota para el lector: Si! Nuestra profesión “es una profesión práctica”, pero nuestra práctica está fundamentada en el factor humano: complejo y cambiante. La investigación, discusión y reflexión social y humanística son ingredientes primordiales para guiar la planeación de las ciudades. Esta no es una lectura ligera, pero si consciente de la responsabilidad interdisciplinaria de la arquitectura y diseño urbano.
Hace unos días empecé escribiendo esta encomienda como un artículo de opinión –sobre todo crítica- acerca del espacio público; este término un tanto trillado que es utilizado por nuestros funcionarios para abanderar proyectos que afirman dar prioridad al peatón, reducir las brechas causadas por la polarización económica, crear espacios seguros, diversos y de inclusión.
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Pero, ¿qué imaginan cuando hablan de espacio público? ¿De quién o para quién “rescatamos” el espacio público? ¿Quiénes intervienen en la conceptualización y diseño de un espacio público? Después de leer varios artículos que analizan dos proyectos específicamente (The Mall, Masaryk) y encontrarme con una fuerte divergencia entre la opinión de sus lectores, de la pertinencia de los proyectos y objetivos por cumplir, llegué a la conclusión de que, más que otra opinión, se necesita conocer de qué hablamos cuando hablamos de espacio público. Si buscamos optar por una verdadera democracia donde los sistemas de participación social puedan ser atendidos a través de mecanismos que verdaderamente tomen en cuenta la percepción ciudadana, debemos estar preparados, conocer a fondo el tema y problemáticas. Entonces hablaremos de una sociedad civil informada, lista para brindar una opinión y participar como colectivo responsable: como agentes de cambio. Les dejo la información, ustedes emiten el juicio.
El espacio público urbano es un catalizador para la producción y consolidación del capital social en una ciudad. Es el punto de encuentro, el espacio abierto de diálogo y expresión donde todos pueden participar. De acuerdo a Jürgen Habermas, el espacio público se configura en el espacio abierto a través de la participación y la transparencia de procesos. En los últimos años, el tema del espacio público urbano ha cobrado importancia y observamos la aparición de una gran oleada de proyectos y programas orientados al rescate, conservación y creación de espacio público en la ciudad. El tema del espacio público urbano es complejo, intervienen distintas disciplinas y perspectivas, se encuentra en constante transformación y ha sido objeto de estudio desde hace muchos años. Es importante reflexionar acerca de sus principios filosóficos, sociológicos, políticos y culturales, entre otros, sólo así encontraremos el verdadero objetivo del espacio público urbano.
El término de Espacio.
El espacio ha sido estudiado desde diferentes disciplinas como uno de los elementos que nos permite dar lectura a nuestra existencia. De igual manera, existen paralelismos transdisciplinarios, que de manera inequívoca, nos permiten entender que el hombre y espacio establecen una relación compleja. La idea que planteó el filósofo y sociólogo Henri Lefevbre en 1970, hoy se acerca más que nunca, a la manera en la que conceptualizamos y hacemos uso del espacio. Lefevbre descarta la posibilidad de entender el espacio como una materialidad independiente -como lo explicaría el espacio Newtoniano donde el espacio existe por sí mismo, independientemente de la percepción o experiencia del sujeto. El espacio no existe, se produce, se genera; involucra una serie de acciones y actores que dan significado. Lefevbre transforma la concepción de espacio en espacio social, de esta manera, se asegura de la integración de los procesos humanos que dan significado al espacio. Por ello resulta importante entender las dinámicas establecidas y los procesos sociales que definen nuestra ciudad.
El espacio se explica desde tres momentos inherentes: el espacio material, la representación del espacio y el espacio de representación. Se refiere a que la producción social del espacio necesita de una escenografía donde se lleva a cabo la acción, de una interrelación entre actores y/o elementos y la dimensión simbólica que otorga significado al espacio. Esto quiere decir: no existe producción social del espacio si no contamos con un marco formal-funcional, relaciones entre sujetos y un significado (construido a través de la dimensión temporal). Para Lefevbre –así como para la concepción Leibniziana donde todo espacio depende de la posición y dirección del sujeto que lo ocupa – la percepción del sujeto es sumamente importante para llevar a cabo la interpretación del espacio. Por lo tanto, cuando buscamos la conformación de ciudades orientadas al usuario, la propuesta de Lefevbre resulta una herramienta para construir el concepto de espacio público urbano.
El concepto de Espacio Público.
A través del tiempo y de distintas estructuras de poder, se ha abordado el espacio público como la posibilidad de participación y ser parte de la toma de decisiones. Algunos parteaguas históricos en el concepto de espacio público: a pesar de que frecuentemente hacemos alusión a Grecia, la primera democracia, donde en el Ágora se llevaban a cabo los procesos de opinión y participación ciudadana, es importante rescatar que no todos eran bienvenidos y la toma de decisiones se realizaba bajo una esfera de poder. La res publica o “cosa de todos”, por otro lado, aseguraba la inclusión de todos los ciudadanos y por lo tanto, del interés general y no de unos cuanto. En la Edad Media, Francia e Inglaterra retoman la importancia del espacio público creando un espacio de debate entre el Estado sociedad civil. A pesar de que la opinión era manipulada de acuerdo a ciertos intereses, se constituye como el eje de cohesión social (Cucurella, 2004).
En el siglo XX, el sociólogo alemán, Jürgen Habermas propone definir el espacio público a través del término Öffentlichkeit, que significa espacio público abierto en el estricto sentido de la participación ciudadana y la transparencia de los procesos. El espacio público se materializa constituyendo un núcleo físico de reunión, donde los ciudadanos se comportan como público, conciertan libremente, sin presiones y con la garantía de poder manifestar libremente su opinión. Hannah Arendt menciona que el ideal ético-político descansa en el consenso que puede ser alcanzado mediante el ensanchamiento del espacio público. Aristóteles, muchos años atrás argumentaba que la ciudad debía estar compuesta por diferentes clases de personas; no existe ciudad si la población se asemeja mucho.
El espacio público representa la esfera donde los individuos pertenecen a un colectivo, no obstante, la tendencia a la individualización derivada de la posmodernidad se interpone al proyecto de comunidad. De esta declaración, se desprende la opinión de que el espacio público ha muerto. No ha muerto, se transforma, hoy se ubica en el mundo virtual representado por las redes sociales y cuenta con una fortaleza capaz de convocar y reunir a miles de personas a manifestarse o apoyar una causa. El espacio público no ha muerto, pero tampoco encuentra la forma de materializarse en la ciudad. Buscamos dar la misma respuesta a una coyuntura totalmente diferente, a distintas necesidades y una sociedad en transformación y movimiento constante. Afirma Manuel Castells, que estamos en una nueva era que demanda la creación de espacios de flujos, interconectados, capaces de generar el encuentro con el Otro, demoler barreras físicas y sociales, de espacios capaces de debilitar la producción capitalista y fortalecer a la comunidad.
La complejidad del Espacio Público Urbano.
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La materialización de los conceptos anteriormente descritos da como resultado la representación del espacio público urbano. Para Jordi Borja, el espacio público urbano es donde se realiza la mezcla social, es el espacio que garantiza en términos de igualdad la apropiación por parte de diferentes individuos y colectivos. Se trata de un espacio capaz de superponer funciones y tender a distintas necesidades. La concepción de los proyectos urbanos ya no puede ser solamente funcionalista y debe considerar objetivos sociales, ambientales y económicos a corto, mediano y largo plazo. Los proyectos urbanos, sea cual sea su escala, se han de plantear siempre como un compromiso cumpliendo diferentes metas como el funcionamiento urbano, la promoción económica, la redistribución social, la mejora ambiental y la integración cultural.
El espacio público, además de materializar las relaciones sociales como resultado del proceso de producción social del espacio, contiene los valores históricos, culturales y locales que fortalecen y dan pauta a la producción de capital social. Un espacio público urbano sin valores, sin raíces, cae en el sin sentido e impide un proceso de apropiación espacial donde se genere un apego hacia el lugar y la conformación de una identidad colectiva. Si el valor central del espacio público es el usuario, su participación (implícita y explícita) es imperativa. Antes de pensar en “recuperar” un espacio público y proponer espacios espectaculares debemos observar y dejar que el sitio hable; entender los patrones espaciales, la anatomía del lugar y visualizar la transformación de la estructura social que indudablemente modificará el espacio.
En el diseño de espacio público intervienen diferentes escalas que impactan social, cultural, económica, política, ambiental y urbanamente a la ciudad. Es necesario contar con un equipo interdisciplinario de expertos capaces de sintetizar y dar respuesta a los resultados de un profundo y minucioso proceso de participación ciudadana. Es necesario entender que el espacio público urbano debe dejar de ser una mancha de color dentro de la carta urbana; es un tejido, una red que vincula y promueve la equidad, diversidad e inclusión entre los habitantes de una ciudad. Es el espacio de producción social y por lo tanto, una de las herramientas para crear resiliencia.
Más que un proyecto de recuperación, es una visión de participación y fortalecimiento del colectivo humano.
Paty es Arquitecta y candidata a Doctora en Estudios Humanísticos con la tesis: Metodología interdisciplinaria para la planeación y diseño de parques urbanos sustentables en México; un acercamiento humanístico a la concepción del espacio público en la ciudad. Realizó estancias de investigación en las ciudades de Melbourne y Vancouver. Es co-fundadora del estudio INSITU Arquitectura y Ciudad, es parte de la mesa directiva de Identidad y Ciudad, AC y profesora de cátedra del ITESM Qro.(1) (2) Fotografías de Fernando Rodríguez. Foto de portada de Patricia Ríos