Por Miguel Rodríguez.

La ciudad es un bien público y como que todos construimos desde diferentes plataformas, las cuales podríamos dividir en cuatro posibles grupos: la plataforma gubernamental, la plataforma de los desarrolladores, la plataforma ciudadana y la plataforma intelectual.

Desde la plataforma del gobierno, desde donde es más fácil tomar decisiones que puedan modificar cualitativa y cuantitativamente el espacio, encontramos que hay personas muy preparadas en áreas como planificación y desarrollo urbano u obras públicas; sin embargo en algunos casos, los proyectos obedecen cuestiones de presupuestos, competitividad comercial, derramas económicas y embellecimiento de puntos turísticamente destacados; y nos encontramos con que los elementos que hacen una vida urbana funcional para el ciudadano común, no se ven atendidas con prioridad, o no existe el compromiso social de compartir u obtener opiniones de los ciudadanos sobre los proyectos antes de su realización, como en el caso del Jardín Guerrero en Querétaro.

Desde la plataforma de los desarrolladores, la construcción del espacio la determina el mercantilismo, la oferta y la demanda. Además el cumplimiento de la reglamentación urbana y usos de suelo no siempre se respeta de manera firme, lo que da cabida a una manipulación del entorno urbano que no necesariamente está en favor de los ciudadanos o del desarrollo de la ciudad a largo plazo, sino principalmente a favor de la obtención de remanentes.

La plataforma del ciudadano es la más Lasimportante, porque es el usuario por excelencia del espacio construido, este además es el fin último de los gobernantes y es el cliente de los desarrolladores, es quien tiene el poder de transformar las reglas de la ciudad para un beneficio común y sustentable a largo plazo, puede cambiar el entorno urbano dándole un buen uso a cualquier parte de la ciudad. Desde esta plataforma buscamos que la ciudad funcione para nosotros, los que la vivimos, que atienda nuestras necesidades básicas de movilidad y orden, aunque muchas veces no nos importe la planeación, el diseño y el desarrollo a largo plazo.

En una cuarta plataforma estamos los diseñadores, tenemos el conocimiento, la teoría y la experimentación, sabemos cómo pueden funcionar las cosas y sabemos que no funcionan bien. Sin embargo no tenemos como darlo a conocer, tenemos representantes arquitectos o urbanistas en el gobierno pero muchas veces tampoco logran ser escuchados, apretados por los intereses de las 2 primeras plataformas.

¿Por qué no se alinean las 4 plataformas de acción?

El problema más grave de la construcción de nuestras ciudades es que las 4 plataformas de las que hablamos no están alineadas hacia una misma dirección o un interés en conjunto. El gobierno busca tener un impacto a corto plazo y mediático, el desarrollador busca un beneficio económico, el ciudadano busca usar la ciudad hoy sin tener tiempo de exigir planes a largo plazo, y el diseñador busca tener un plan de desarrollo urbano que se cumpla pero no tiene los medios para actuar.

Vivimos en un sistema ineficiente y es necesario ser unificar las metas de estas cuatro partes para depurarlo y hacer que funcione mejor para las 4 plataformas equitativamente.

Proponemos que la plataforma política aplique una Ética Dialógica para la generación de proyectos urbanos y planes de desarrollo, un principio de comunicación con los ciudadanos y los diseñadores para tener proyectos ricos en información y propuesta, que le den a la ciudad un verdadero mejoramiento a largo plazo, una especie de consejo regulador y participativo que ayude a generar mejores propuestas inclusivas para todos los sectores. Diseñar y construir una ciudad eficiente no puede ser más una cuestión de filantropía, sino una Responsabilidad Social Estratégica.

Proponemos que el desarrollador también se involucre en el consejo ciudadano regulador, que revisen su Responsabilidad Social Empresarial, que dentro de los objetivos de sus empresas se encuentren integrados la necesidad de generar mejores ciudades para el futuro, que el bienestar urbano sea parte de su plan y modelo de negocio, y que permitan la aprobación de leyes y reformas que mejoren la condición de vida de sus propios cliente.

Proponemos que el ciudadano no viva la ciudad por que la tiene que vivir, proponemos que la haga parte de sus responsabilidades, el ciudadano común tiene la oportunidad de transformar el espacio cualitativamente, cada peatón, ciclista, conductos, vendedor, comerciante, escuela, cada uno de nosotros debemos velar por el buen uso y desarrollo de la ciudad, mantenernos informados, participar en las consultas, participar dándole vida, sin dañar el espacio que nos ha sido dotado a todos. Tratar ante todo de romper con el paradigma de que “así es nuestra cultura” que nos permita no ser pesimistas, ni conformistas, y construir esta ciudad poco a poco.

Proponemos para nosotros los diseñadores hacer uso de todo el conocimiento y experiencia académica con la que hemos sido privilegiados y compartirla, comunicarla para que sobre todo la plataforma ciudadana tenga información para poder vivir la ciudad de una mejor manera, para exigir a sus representantes un mejoramiento de la calidad de sus ciudades y para tratar de exigir a los desarrolladores un mejor producto (al fin seguimos siendo sus clientes); fomentar una participación ciudadana, crítica y propositiva para proponer al gobierno ideas instrumentadas ya actualizadas.

En general, tomar en cuenta parte de la filosofía de Hans Jonas (filósofo alemán), “Obra de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra”

El Agente de Cambio como Actor dentro de las Plataformas

cada vez son más grupos de Actores Sociales que se han organizado para ser agentes de cambio en sus respectivas ciudades bajo diferentes banderas: movilidad, ciclismo, reforestación, sustentabilidad, transporte, espacios públicos. Esto nos habla de un interés colectivo por la ciudad, y son mayormente ciudadanos y diseñadores los que se unen por la ciudad, y normalmente son jóvenes que están experimentando un México con más libertad de expresión y un creciente uso de las redes sociales para darse a conocer y generar conocimiento en los demás ciudadanos, proponerles un discurso, enseñarlos a pensar para poder exigir.