Por Alfonso Copado.
Desde los inicios el hombre se ha ocupado de estructurar una organización social con el objetivo de coexistir de forma ordenada y pacifica.
El surgimiento de las ciudades se dio como una necesidad del hombre para sobrevivir en grupo en circunstancias que geográficamente les favorecían. Con el paso del tiempo, el incremento demográfico provocó nuevas necesidades que demandaban soluciones rápidas, pero que exigían toda la atención y análisis posible para dar una respuesta óptima.
El problema urbano en América Latina ha superado en mucho la capacidad de respuesta de las autoridades encargadas de orientar el crecimiento de las ciudades, en muchos casos simplemente no existen encargados de tan importante labor dejando el crecimiento a merced de intereses políticos y sociales que tan solo buscan beneficios particulares.
La falta de planeación urbana ha generado en muchos casos inseguridad, siendo esta el principal reflejo. El fenómeno de inseguridad se origina a partir de la misma ciudad, en primera instancia en sus calles, las cuales se convierten en flujos distribuidores de autos y personas, por lo que es imprescindible mantener estos espacios limpios e iluminados. Hay que mencionar la importancia que tienen los edificios en la conformación del espacio urbano ya que su composición es responsable en la generación de espacios de calidad.
América Latina padece de pobreza en gran parte de las urbes incluso más que en las regiones rurales del continente por lo que el desarrollo de las mismas se va dando de forma desordena resolviendo las necesidades inmediatas de la población. En muchos casos se han originado asentamientos irregulares [Según un estudio, el porcentaje de la población de Ciudad de México que vive en asentamientos informales ha pasado del 47% en 1970 al 60% en 1990 1] que dañan seriamente la imagen de la ciudad a la vez que implica un esfuerzo considerable llevar a todas ellas la infraestructura mínima necesaria para vivir dignamente, cuando esto no sucede el fenómeno se agrava generando regiones o sectores insalubres. Un estudio del banco mundial muestra la realidad de la pobreza en América Latina:
“América Latina es la zona más urbanizada del mundo en desarrollo. Con una población urbana superior al 75%, su tasa de urbanización es similar a la de los países muy industrializados. Cerca del 70% de las personas que viven en el umbral de pobreza o por debajo de éste habitan en zonas urbanas. Muchas viven en asentamientos informales, sin acceso o con acceso limitado a los servicios básicos. Adolecen de viviendas deficientes, precariedad en la tenencia de la tierra, acceso inadecuado a redes de transporte al alcance de sus posibilidades, degradación ambiental y crecientes problemas sociales como el de la violencia urbana.”[1]
Otro de los grandes problemas es el automóvil, el cual demanda gran porcentaje de la infraestructura urbana, desde calles hasta estacionamientos. El problema va más allá ya que la capacidad de ocupación que tiene un vehículo habitual no se da de manera óptima y en muchos casos los vehículos solo son usados por un individuo, lo que provoca un incremento en la demanda de este transporte y consigo una saturación de la vía pública.
El transporte urbano ineficiente es otro de los factores que dañan seriamente el funcionamiento de las ciudades. En Europa y Asia encontramos excelentes ejemplos de cómo la calidad de estos servicios reduce la necesidad de trasporte particular. El uso de la bicicleta es una solución efectiva al reducir la infraestructura necesaria para su uso.
Finalmente los grandes problemas urbanos de América Latina no se resuelven por decreto, es necesario que la sociedad y el gobierno se pongan de acuerdo para responder de cara a estos problemas, realmente tendrá que haber intención y plena disposición para solucionarlos de lo contrario nuestras ciudades se convertirán en verdaderos espacios basura.
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