El término “Arquitectos de torres de cristal” lo escuché por primera vez hace unas semanas durante la conferencia de Joan MacDonald en el 13 Congreso Arquine “Desplazamientos”.
MacDonald, al igual que Oscar Hagerman y Cameron Sinclair destacaron por presentar el otro lado de la arquitectura, aquel que pocos volteamos a ver y que poco nos interesa: la arquitectura del 99%.
Este tipo de arquitectura deja a un lado el protagonismo, siendo su objetivo máximo brindar calidad de vida a los más necesitados, ya sea mediante una casa, una escuela o un espacio público. El resultado suele ser simple, fácil de construir, económico y funcional. No existen lujos. Lo que se necesitan son respuestas inmediatas, donde puede o puede no haber lugar para la estética.
El arquitecto de estos proyectos no figura en el mundo que todos conocemos. El recibe reconocimiento de las mismas personas a las que va dirigida su creación y no espera ser premiado por alguna organización importante o recibir un sueldo extravagante.
Lamentablemente, muy pocos arquitectos encontramos estímulos a esto. Y tal vez no es nuestra culpa, más bien somos el resultado de crecer dentro de una sociedad que exige que sobresalgamos de entre los demás, por lo que vivimos en constante lucha. Vamos a la escuela y nos enseñan a hacer “torres de cristal”, y al graduarnos hacemos lo que sabemos hacer y lo que deja dinero, obviamente.
Pero, ¿qué pasaría si buscáramos un balance?
No veo necesario elegir un solo camino, o cerrarnos en un mundo solamente. Hagamos lo que sabemos hacer, pero favorezcamos no sólo al 1%, sino a todo aquel que lo necesite. No es justo que los que no pueden pagar nuestros honorarios tengan que abstenerse de tener un arquitecto diseñando su casa, si para eso estamos, ¿no?
Honremos nuestra profesión. Lo primero es preguntarnos:
La arquitectura es escenario de la sociedad, por lo tanto, la democratización de la arquitectura muestra como ejercemos nuestras labores ciudadanas dentro de nuestra sociedad; México no es un grato ejemplo de participación.
Tal vez que el deber del ciudadano va mas alla de la tarea del arquitecto.