Por Leticia Aguilar.

[Artículo originalmente publicado en la versión impresa del AM Querétaro, el sábado 27 de marzo, 2021]

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Recientemente se hizo pública la intención del Gobierno del Estado de Querétaro de agregar al proyecto –ahora denominado– Centro Alameda una reja perimetral para controlar el acceso a su zona pública, rodeando el espacio abierto de la calle Río Arronte y Av. Pasteur, además de otra reja dentro del andador peatonal.

¿Por qué seguimos creyendo que una reja, una barrera o un muro, es la respuesta a proteger “algo”? Especialmente cuando ese algo es un espacio público que pertenece a todas y todos.

Nuestra ciudad es testigo de cómo funcionan los espacios públicos que cuentan con barreras, así como los que no las tienen. Vemos el Centro Histórico, en el que uno puede circular libremente a través de cada una de sus plazas y andadores; pero también vemos aquellos espacios que sólo abren a ciertas horas del día y que para entrar a veces incluso encontramos un vigilante. ¿Cuáles son los sitios que más se visitan? ¿Cuáles permiten diversidad? ¿En cuáles se siente más seguridad?

Veámoslo en estas dos imágenes, ¿qué espacio hace ciudad y cuál se cierra a ella?

Sin duda existen muchas otras medidas si lo que se busca es proteger un espacio, pero una reja que segrega y que en vez de invitar a entrar funciona como una frontera física, está completamente fuera de lugar y es inapropiada.

Por este medio exhortamos a las autoridades estatales a replantear esta decisión, tomando en cuenta que sus ciudadanos no estamos de acuerdo con ella. Dejemos de permitir que la ciudad nos rechace, y en su lugar, busquemos que el diseño urbano de la ciudad siembre humanidad y fortalezca el tejido social.

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