Por Eduardo Flores.
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A mediados de la década de los noventas pareciera que los mexicanos, hartos de los desastres económicos que se heredaban con cada cambio de sexenio, decidieron cambiar la historia.
Poco a poco se fueron profesionalizando los institutos encargados de dictar política económica. Se dotó de autonomía al Banco de México y comenzaron a escalar en Hacienda tecnócratas con solida educación y seriedad profesional.
Sin embargo, no escapa a muchos que aquello se haya traducido en ciclos económicos menos volátiles y mejores resultados “macro” pero que el crecimiento tan anhelado (de al menos 5% anual) sea todavía un sueño guajiro.
Un importante componente de nuestro débil crecimiento económico tiene que ver con nuestras ciudades, que generan casi el 90% de nuestro PIB pero que son puestas a prueba diariamente por fallas enormes de planeación.
En pocas palabras, la eficiencia de una ciudad no solamente es un tema de estética o inclusive de calidad de vida, sino que impacta directamente a los indicadores que tan cuidadosamente buscan mejorar los Presidentes y Secretarios de Estado.
Es un tema prioritario en todo el mundo: las 300 ciudades más grandes albergan solamente al 12% de la población, pero producen el 48% del PIB.
Considerando que en México, 8 de cada 10 empleos están concentrados en las ciudades, parecería una obviedad que la atención de todos debería centrarse en mejorar la productividad urbana.
Sin embargo, el arreglo institucional en México no ayuda. A falta de reelección, un presidente municipal, un gobernador, o un presidente de la república no tiene tiempo para hacer inversiones que afectarían significativamente el uso futuro de recursos dentro las ciudades.
Lo anterior se traduce en “parches” temporales a los problemas, como los pasos a desnivel o segundos pisos, pero no en un crecimiento sostenido de la productividad.
Por poner un ejemplo, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) calculó en un estudio reciente que a lo largo de 40 años de vida productiva, un ciudadano en el Distrito Federal pasa 3 de ellos atrapado en embotellamiento, traduciéndose en una pérdida económica de 33 mil millones de pesos al año.
La expansión horizontal, modelo predominante en las ciudades mexicanas, también contribuye a la desigualdad, al afectar de manera desequilibrada a quienes menos tienen. Según el mismo documento del IMCO algunas familias que viven en la periferia de la ciudad gastan hasta 25% de su sueldo tan solo en trasladarse, funcionando como un impuesto altamente regresivo.
Sumemos a eso, las pérdidas inherentes a una mala planificación, como mayor consumo de gasolina por la extensión de la ciudad, reubicaciones y hasta desastres que cobran vidas y podremos dimensionar el tamaño del reto ante nosotros.
La experiencia internacional nos da esperanzas de que se pueden crear ciudades altamente eficientes de millones de habitantes, pero es urgente cambiar a los alcaldes por urbanistas. Cosas sencillas como mejorar el transporte tienen potencial de agregar miles de millones de pesos al PIB.
Debemos comenzar a pensar en las ciudades como algo prioritario y de carácter nacional, como la inflación y la deuda externa. Debemos crear instituciones técnicas, meritocráticas y con procesos de depuración implícitos, como Hacienda y Banxico, que planeen ciudades.
Pero sobre todo, es hora de pensar mucho más en quienes elegimos para gobernar las ciudades en base a criterios técnicos y no políticos.
Eduardo Flores es Licenciado en Economía por el Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey. Actualmente se desempeña como analista macroeconómico en Ternium, una empresa siderúrgica internacional. Ha colaborado como escritor en Reporte Índigo, Comercio Exterior de Bancomext y Trade & Forfaiting Review.[1] 100 Ideas para las Ciudades de México. http://imco.org.mx/wp-content/uploads/2013/11/ReformaUrbana100IdeasparalasCiudadesdeMexico.pdf [2] Global Cities Iniciative. http://www.brookings.edu/about/projects/global-cities Foto de portada: Washington, DC. http://tsarchitect.nsflanagan.net/?p=1087
Muy buena vinculación del ejercicio urbano mexicano con los indicadores económicos nacionales. Estoy de acuerdo contigo en que la reelección de alcaldes (que ya se ha aprobado en las cámaras) e incluso de gobernadores puede mejorar los planes de desarrollo urbano municipales, aunque creo que incluso 6 años no son suficientes para resolver o desarrollar planes lo suficientemente detallados para cumplir las necesidades de los habitantes; es necesario un órgano autónomo, ciudadano y meritocrático que concilie los planes urbanos con una visión de ciudad y no de propaganda política.
Y aunque incluso tenemos urbanistas competentes en instancias locales y federales, cuando llegan las propuestas de reformas urbanas, se echan atrás por tratos urbanizadores-legisladores que aseguran contratos, facilidades y ventajas para los empresarios a cambio de prebendas que dañan los planes a futuro de la ciudad.
Sin duda algo tan complejo e importante como la reforma educativa, energética y hacendaria.
Me ha encantado vuestro articulo y me ha sabido a poco pero ya sabeis lo que dice el dicho “si lo bueno es breve es dos veces bueno”. Me gustara volver a leeros de nuevo.
Saludos
Procurador Laredo http://www.cristinadapenaprocurador.com/servicios.htm