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Espacios de heterogeneidad

Por Carina Arvizu.

El ritmo acelerado y el constante flujo de personas y bienes manifestándose en perpetuo cambio, hace que la experiencia de vivir en la ciudad sea enriquecedora y retadora al mismo tiempo.

Entre más grande la ciudad, más presión y más innovación. Y aunque esta aseveración podría tomar varias tonalidades y connotaciones, como económicas y científicas –mi interés aquí se centra en el desarrollo del individuo, consecuentemente de la sociedad.

Las ciudades son superposiciones de historias, memorias, política y día a día se construyen y experimentan a través del espacio y la materia que las contienen. En esta realidad física es en donde el urbanita se desarrolla. Por ello, la manera en la que se diseñan las ciudades tiene un impacto directo en nuestra formación como personas, más aún si los espacios en ellas promueven la heterogeneidad, convirtiéndose en plataformas de conflicto y de negociación.

El sociólogo Richard Sennett (1998) describe cómo el ser humano necesita experimentar ser retado por otros para poder crecer psicológicamente y éticamente. Y es en las ciudades en donde podemos encontrar esta arena de contestación. Para Sennett, los seres humanos nos desarrollamos psicológicamente en un ritmo constante de desorientación y recuperación; y éticamente al tener encuentros incómodos con quienes difieren a nosotros, pues así aprendemos la modestia. Siguiendo esta idea de Sennett, los humanos necesitamos las ciudades, pues en ellas nos desenvolvemos y maduramos.

Pero ¿qué tipo de ciudades y qué tipo de espacios dentro de la ciudad realmente ofrecen la oportunidad de estar con quienes difieren a nosotros y nos hacen sentirnos en desorientación?

Y como diseñadores, ¿qué espacios proponemos en donde la diversidad y la democracia sean una premisa?

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En este sentido, creo que existe una crisis cuasi universal, en donde los espacios contemporáneos en las ciudades son cada vez más, escenarios de homogenización -generalmente van dirigidos a un público en específico en donde no dan cabida a la discusión, cuestionamiento o contestación. Riqueza en diversidad, de usos y públicos, se ofrecen frecuentemente en los cascos históricos de las ciudades, en donde –pensando en Querétaro por ejemplo- protestas públicas ocurren junto a eventos políticos o de producción cultural; en donde niños y ancianos habitan, construyen y se apropian del espacio de modos disímiles y hay cabida para ricos y pobres, para la heterogeneidad.

Aunque el espacio público tiene el potencial de generar estas arenas y se ha discutido ampliamente al ser uno de los componentes primordiales en la ciudad (por ejemplo en la reciente conferencia internacional Future of Places organizada por ONU Habitat), en este blog voy a enfocarme a espacios de consumo –el centro comercial y el mercado.

Cuando pienso en el Mercado de la Cruz, y en especial los domingos del tianguis, encuentro lo que Sennett argumenta en favor de las ciudades. Hay diversidad de públicos, encuentros entre extraños, entre personas de diferentes clases sociales, disímiles y donde todos son bienvenidos. Caminar entre los pasillos del tianguis es estar en una constante negociación del espacio. Te desorientas y te vuelves a encontrar sumergido entre los gritos de los comerciantes, los colores y olores de un espacio que promueve la heterogeneidad, un espacio estimulante a los sentidos y al raciocinio, que al vivirlo –sin estar conciente de ello- crecemos.

Por el contrario, veo con tristeza como se invierten millones de dólares en construir en Querétaro el centro comercial más grande de Latinoamérica, ANTEA Lifestyle Center, un espacio de consumo que nos homogeneiza. En lugares así, la diversidad no es bienvenida, para ingresar debes pertenecer a cierta clase socio-económica (aunque oficialmente no establecido, el tipo de tiendas y costo de los productos lo definen) y de preferencia tener carro –segregando aun más a una sociedad tan dividida como lo es la Mexicana.

Igual de grave, los estímulos a los sentidos que recibirás son premeditados –se planearon por ti, no debes de pensar, sólo sumergirte en esta realidad ficticia creada para hacerte sentir que ‘perteneces’ a ciertas esferas, y en donde estarás rodeado de personas similares a ti. No hay cabida para la diferencia ni para el cuestionamiento.

¿Cómo podemos crecer psicológicamente y éticamente en espacios así?

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Con esto, no quiero caer en la nostalgia ni detener el tiempo, sino aprender de ejemplos, como el Mercado de la Cruz, y traducirlos en diseños que respondan a la velocidad y ritmo actuales de vida. Lo que hace emocionante y retador de ser un urbanita, es estar en la constante negociación, reafirmación y permutación de lo que creemos, estando rodeado de personas que opinan diferente a nosotros.

En la ciudad debemos practicar la democracia, expresar lo que pensamos, tolerando y respetando las opiniones de los demás y como diseñadores debemos proponer espacios contemporáneos que promuevan esto- en especial en ciudades con índices de crecimiento poblacional tan alto cómo lo es Querétaro. Al segregarnos no sólo matamos la ciudad espacialmente (generando más tráfico, mayor inseguridad en las calles y falta de conectividad) sino también socialmente –nos congelamos, nos homogeneizamos.

Así, hago un llamado no sólo a los responsables de diseñar y gestionar las ciudades sino también a quienes las habitamos; busquemos y promovamos espacios incluyentes, en donde la diversidad sea una premisa y al vivirlos y experimentarlos crezcamos psicológicamente y éticamente.

¿Los espacios que frecuentas te retan y estimulan o sólo te homogeneizan?


Carina Arvizu es urbanista, arquitecta y bailarina. Sus tres pasiones se basan en la experiencia humana –corpórea- del espacio físico. La constante necesidad de aproximarnos a definir el espacio a través de la materia y del cuerpo están al centro de sus exploraciones y diseños arquitectónicos, urbanos y coreográficos. Para ella cuando la arquitectura, las artes y la cultura convergen en la ciudad nuevas plataformas de interacción social se crean, que estimulan la diversidad e intercambios entre extraños. Su objetivo es encontrar soluciones espaciales que promuevan la pluralidad en las ciudades, basado en el entendimiento de la conducta humana para generar diseños ‘conscientemente sociales’. Egresada en Arquitectura del ITESM Qro y de la Maestría en Diseño de Ciudades y Ciencias Sociales de la London School of Economics and Political Science, cuenta además con estudios en Gestión Cultural y en Danza por parte de la José Limón Dance Foundation (JLDF) y la Martha Graham School of Contemporary Dance en Nueva York. En Nueva York, colaboró con e+i studio y la JLDF en proyectos multidisciplinarios que incorporaban danza, diseño y arquitectura. También ha trabajado en despachos como Anominous-LED, VMA Arquitectos y Tinajero Arquitectos. Su ciudad favorita es la que puede redescubrirse diariamente al vivirla.
Carina Arvizu

2 comentarios

  • Cipriano (@URBNSM) 19 months ago Reply

    Llámalo “Automóvil particular” ya que “carro” suena un poco nostálgico.

  • Luis Antonio Álvarez 19 months ago Reply

    Felicidades, no veo como la planeación adecuada venga de parte de quienes administran “oficialmente” el espacio de todos. La semana pasada se anunció la construcción de un “viaducto” continuación de Bernardo Quintana para 2014 con 320 millones de pesos que por cierto no tienen, mientras en las ciudades ocupadas en mejoras trascedentes desincentivan el uso del automóvil, nosotros anunciamos con bombo y platillo que vamos para atrás. La gestión de ciudad de la que hablas tendrá que venir de intenciones como la tuya y como la de ciudadanos que participen activamente. Felicidades otra vez.
    Luis Alvarez

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