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Colectivos Anónimos

Por Azul Castañeda.

Una tarde, en la ciudad de Quito, nos reunimos. Éramos los miembros de seis colectivos y todos estábamos ahí por una razón, estábamos en crisis. Nos dimos cuenta que debíamos de estar locos por complicarnos la vida y tratar de hacer proyectos de manera independiente, fuera del sistema. La respuesta a nuestros dilemas existenciales parecía el apoyo de unos con otros. Así es como surge Colectivos Anónimos.

Después de mucho escucharnos entendimos que lo que necesitábamos no era una palmadita en la espalda ni un llanto colectivo. Más bien era crear alianzas que nos hicieran más fuertes. La solución a estas alianzas no estaba en preguntarnos ¿qué cosas necesitamos?, porque eso parecía una lista infinita; si no, ¿qué cosas tenemos? Todos teníamos algo que les podía servir a los demás.

La diversidad del grupo ayudó a que estas alianzas fueran factibles. Separados éramos colectivos que se dedican a cosas específicas: un colectivo de arquitectos, un colectivo apasionado por el patrimonio y su difusión, otro colectivo con un espacio cultural auto-gestionado donde podrían hacerse eventos formidables, un colectivo de gestores culturales, y por último un colectivo que cree en un espacio de aprendizaje que funciona en base al trueque. Pero, ¿qué pasa si se forma un colectivo de colectivos? Se crea un colectivo de arquitectura y gestión cultural, que promueve el patrimonio con un espacio cultural auto-gestionado, fomentando un aprendizaje a base de trueque. Suena complejo, pero esto es lo que fortaleció a Colectivos Anónimos.

Comprendimos que unidos somos más fuertes. El intercambio fue la clave de esta unión. Los pocos o muchos bienes, servicios y saberes que cada colectivo tenía serían compartidos con los demás. Al hacer este intercambio cada colectivo multiplicaría lo que tiene por cinco. Quién diría que sin invertir dinero, comprar acciones, o ejecutar consultas con grandes empresarios todos los colectivos de la noche a la mañana serían cinco veces más ricos. Esta idea lleva a que Colectivos Anónimos decida trabajar bajo una economía colaborativa donde se fomentan lazos y redes en base al trueque.

Ahora bien, ¿cómo lograr que esto sea posible? No fue nada fácil. Muchas reuniones, largas pláticas, acuerdos y desacuerdos. Por fin todo se resume en un muy burocrático y rimbombante documento llamado Protocolo del Tratado de Libre Comercio para la Utilización de Recursos de los Colectivos Anónimos, mejor conocido como el PTLCURCA. A través de este documento protocolario se establecen pautas que definen un modelo de intercambio.

¿Qué quiere decir esto? Primero cada uno de los colectivos realizó una lista de todos los recursos que tiene y puede compartir. Estos recursos se dividieron en cinco rubros: espacios, saberes, capital social, servicios y equipos. Posteriormente a cada uno de ellos se le asignó un proceso de intercambio. No es lo mismo intercambiar un espacio de trabajo a un martillo por el fin de semana. Este protocolo estableció pautas como la creación de solicitudes, acuerdos, depreciaciones, etc.

El sistema funciona como un banco imaginario donde se tienen puntos; por ejemplo, supongamos que el colectivo A pide al colectivo B un espacio para realizar una fiesta en su terraza, el colectivo A pierde puntos y el colectivo B los acumula. Para evitar una de las fallas del sistema capitalista, los colectivos no pueden tener más o menos de un número específico de puntos, ya que se prohíbe la acumulación. De esta forma se fomenta a que haya un intercambio constante, pues los colectivos buscan recuperar sus puntos. Una de las particularidades de este protocolo es que pueden existir intercambios indirectos entre rubros y colectivos. Esto quiere decir que si un colectivo necesita un servicio no necesariamente tiene que intercambiarlo por otro servicio, si no que puede hacerlo por un espacio. Y así mismo, el intercambio no necesariamente tiene que ser entre los mismos colectivos, sino con cualquiera de los otros restantes.

Colectivos Anónimos es un experimento de un grupo de gente que lucha por hacer lo que buenamente pueden para sobrevivir desarrollando lo que en verdad les gusta. El sueño de muchos pero que pocos logran. Es un ejemplo que muestra lo difícil que es ser una persona con procesos independientes, tratando de que sus ideas, locuras y sueños se vuelvan realidad. Colectivos Anónimos nos muestra lo que se puede hacer cuando los ciudadanos se unen para ser más fuertes, venciendo al sistema que a veces nos limita y nos ciega. La meta es que este tipo de iniciativas se contagien y que cada vez hayan más y más gente intercambiando por el mundo, para que así puedan lograr hacer más de lo que en verdad aman.

 


Arquitecta por el ITESM Campus Querétaro. Ha colaborado en los despachos Marván Arquitectos en la ciudad de Querétaro y LAM Arquitectos en la ciudad de México. Realizó prácticas profesionales con SOM en Chicago y con Al Borde en Quito, Ecuador. Actualmente reside en Quito.

 

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