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9/11

Por Jorge Farill.

 

Pocos días han cambiado al mundo tanto como el de hace 13 años. Fue el día en el que el mundo vio como se derrumbaban los dos edificios más icónicos de la que es posiblemente la ciudad más influyente del mundo desde el punto de vista económico y por lo tanto social.

A partir de entonces, con el propósito de asegurar la seguridad ciudadana ante el inminente terrorismo, el gobierno de Estados Unidos intensificó al extremo las medidas de seguridad en los aeropuertos y fronteras. Menos de un mes después de los atentados envió tropas a perseguir a los responsables de estos actos a Afganistán. Ya estando en eso, la búsqueda de la paz mundial los llevó hasta Iraq, dónde permanece su ocupación hasta hoy.

El 26 de octubre de ese mismo año el congreso aprobó el Patriot Act, que le dio el derecho al gobierno de ese país, entre otras cosas, de interceptar y almacenar cualquier comunicación, a través de cualquier medio, entre cualquiera de sus ciudadanos. Había que sacrificar un poco las garantías constitucionales para hacerle lugar a la seguridad de la población.

Esa era la historia que creía yo hasta hace no tanto, hasta un poco después de que me enterara de que ese mismo día, a una cuadra de las torres gemelas, un edificio más alto que la Torre Latinoamericana, y de una huella poco más chica que un campo de fútbol se vino abajo supuestamente a causa de algunos fuegos en la gran minoría de sus pisos. El edificio albergaba oficinas de la CIA, del Servicio Secreto, del Departamento de Defensa, del IRS y de varios bancos. A raíz de eso, encontré mucha evidencia que contradice la historia oficial del gobierno. Es obvio que no todo lo que uno encuentra en internet es cierto, y no pretendo entrar en detalles hablando de evidencia controversial. Por ello me enfocaré en una sola prueba en la que se demuestra que el WTC 7 se vino abajo como producto de una demolición controlada. Es importante mencionar que las condiciones del colapso del WTC 7 que describo a continuación fueron finalmente aceptadas (después de haber intentado falsearlas (1)) por la National Institute of Standards and Technology (NIST), que fue la institución a la que el gobierno encomendó que hiciera un reporte técnico de lo acontecido ese día.

La prueba irrebatible que apunta hacia la demolición controlada del WTC 7 es el hecho de que el edificio se derrumbó simétricamente y en caída libre durante 2.25 segundos (2). De acuerdo con la segunda ley de Newton, la única manera de que esto suceda es removiendo al mismo tiempo, absolutamente todo apoyo estructural durante ese periodo, y la única manera conocida de hacerlo es usando incendiarios y explosivos.

El gobierno estadounidense se rehúsa a aceptar estas implicaciones, lo cual significa que en el mejor de los casos es cómplice de lo que sucedió ese día.

13 años después, la zona entera se ha renovado, se ha construido un centro de transporte urbano, un museo y memorial para las víctimas de ese día, un centro de artes escénicas y 5 nuevos rascacielos, en el que destaca la Freedom Tower que es el edificio más alto de todo el hemisferio occidental. Pero hablar de la renovación urbana y arquitectónica de Nueva York en el contexto de este gigantesco intento de engaño, -en el que ni sus responsables ni sus cómplices han sido juzgados por las instancias correspondientes, y en el que todavía existe un gran porcentaje de la población que es ignorante, escéptica o apática ante este tipo de evidencia irrefutable-, es como hablar de la ergonomía de los asientos de un estadio en el que se está jugando la final de la copa del mundo.

Lo que pasó de ese día a la fecha, nos debe recordar que antes de ser arquitectos, o urbanistas, o médicos, o lo que seamos, nuestra primera responsabilidad social es ser críticos acerca de la manera en la que nos desarrollamos como civilización. Necesitamos ser conscientes de que de nada sirve buscar ser los mejores de nuestra área si el área entera está al servicio de una causa equivocada.

 

La propuesta de Tadao Ando, -la cual no fue solicitada por nadie-, consistió en un montículo de 100 pies de alto y 650 de diámetro. Su concepto es representar una esfera cuyo radio fuera de 1/30,000 del de la Tierra, aludiendo al hecho de que en realidad todos vivimos en un solo lugar. (3)

“Lo que sea que se construya en ese sitio será el centro simbólico del mundo. Por lo tanto, debería ser algo que estimule a la gente a pensar en cómo vamos a vivir juntos en este planeta” – Tadao Ando

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2 comentarios

  • Jorge Farill G. 17 months ago Reply

    Muy bien dicho y con un inmenso contenido social. Te felicito, mijo.

  • Melisa 13 months ago Reply

    Me encanta cómo señalas las debilidades y fortalezas del mundo desde la arquitectura.

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